Los carnavales de Malta acentúan con color y ambiente festivo ese carácter mediterráneo que se esconde tras la apariencia de que es un país de tradición anglosajona. La semana de carnaval en febrero cambia el tráfico de coches por el de carrozas ricamente decoradas, con un desfile que hace de preámbulo del festejo nocturno que se desarrolla de forma destacada en Paceville, donde los pubs y discotecas presentan un tránsito de disfraces alegre.
El origen de los carnavales (llamados aquí il-Karnival) en Malta proviene de la llegada del Gran Maestre de la Orden de Malta, Piero de Ponte que a mediados del siglo XVI preocupado por los excesos en las celebraciones (sobre todo de caballeros y miembros de la comunidad religiosas) introdujo unas normas, que al fin y a la postre sirvieron para que de forma anual se asentasen como evento popular.
Se cuenta que el pueblo de Birgu fue donde al inicio se vivían con más entusiasmo popular las celebraciones de justas medievales, aunque se extendieron a todos los rincones de la isla, incluso a Gozo. En el siglo XVII se promulgó la prohibición de disfrazarse de diablo, o que las mujeres llevasen máscara para ocultar su identidad. Uno de los momentos cumbre era la Parata, que abría los festejos del Carnaval, cuando el Gran Maestre daba por inaugurada la fiesta y el populacho disfrazado de «moros y cristianos» escenificaba una batalla recordando el asedio de Malta de 1565.
En el exterior del Palacio de Justicia se colgaba una piedra que indicaba que las leyes estaban «suspendidas», y que todo valía durante esos días de jolgorio.
En el siglo XVIII se comenzó a celebrar una curiosa actividad dentro del Carnaval conocida como la Kukkanja (la cucaña), que a diferencia de la que se lleva a cabo en los puertos cuando los jóvenes intentan agarrar una bandera de un mástil embadurnado de grasa, en Malta se desarrollaba intentando escalar un palo que en lo alto colgaba alimentos.
A lo largo de los siglos, las protestas y prohibiciones por parte de los Jesuitas provocaron rebeliones y agresiones a la orden monástica por parte de caballeros y ciudadanos que querían festejar los carnavales con toda la intensidad posible.
Algunos de los carnavales que podemos ver en Malta son el de la Valetta, el más concurrido; el de Floriana, con su desfile de carrozas y los fuegos artificiales; el de Għaxaq cerca de Marsaxlokk; el de Nadur, en la isla de Gozo, más grotesco y divertido, donde la organización es espontanea, no hay comité de fiestas, ni reglas…Conocido como el Carnaval Silenciosos porque para dar mayor presencia visual a la «mascarada» la mayor parte de la gente permanece en silencio. Las carrozas, lejos de la «perfección» de las de la Valetta son a menudo de manufactura casera, y se puede ver gente disfrazada sólo con cartel donde insulta a personajes públicos, o a un vecino al que no soportan a través de un apodo.
Son días muy festivos y donde gastronomicamente no hay que perderse la oportunidad de probar dos delicias, los perlini y la prinjolata, aprovechando que aquí en Malta la primavera llega antes y el clima es ya agradable en estas fechas.